jueves, 2 de septiembre de 2021

Fábulas de la antigua China-1

El obsequio de las palomas
Era costumbre en Handan coger palomas vivas para regalarlas al príncipe el día de Año Nuevo. Esto agradaba tanto al soberano que repartía valiosas recompensas. Alguien le preguntó la razón de esta costumbre.
- El día de Año Nuevo dejo las palomas en libertad para demostrar mi bondad –contestó el príncipe.
- Como sus súbditos saben que usted necesita palomas para libertarlas, todos se dedican a cazarlas –comentó el otro–. Y el resultado es que al cazarlas, mueren muchas. Si usted realmente quiere salvarlas, es mejor que prohíba su caza. Tal como están las cosas, usted las caza para libertarlas y su bondad no puede reparar el daño que ocasiona.
El príncipe asintió. Y ya nadie cazó más palomas para llevárselas.

El platanero talado
Un hombre tenía un platanero seco.
- El conservar un platanero seco trae mala suerte –dijo su vecino.
Pero cuando el dueño del árbol lo hubo talado, el vecino le pidió un poco de leña para el fuego.
- Lo que mi vecino quería era leña –pensó el hombre enfadado–. Por eso me dijo que derribara mi árbol. Somos vecinos, e incluso así me engaña de esta manera. ¡Esto ya es demasiado!

El hombre que no vio a nadie
Había una vez un hombre en el Reino de Qi que tenía sed de oro. Una mañana se vistió con elegancia y se fue a la plaza. Apenas llegó al puesto del comerciante en oro, se apoderó de una pieza y se escabulló.
El oficial que lo apresó le preguntó:
- ¿Por qué robo el oro en presencia de tanta gente?
- Cuando tomé el oro –contestó–, no vi a nadie. No vi más que el oro...

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