1.- Estaba un día con Isabel de Santo Domingo. En un momento de la conversación le dijo Santa Teresa:
Sepa que la quiero tanto porque se me parece mucho…
(y sor Isabel comenzó a alborozarse)
en lo malo, en lo malo, concluyó la santa.
2.- Tras recibir permiso para fundar conventos de frailes, Santa Teresa persuadió a fray Antonio de Jesús y a fray Juan de la Cruz para que se hicieran carmelitas descalzos. Y como fray Juan de la Cruz era pequeño de cuerpo, solía decir con mucha gracia:
Bendito sea Dios, que tengo para la fundación de mis descalzos fraile y medio.
3.- En la fundación de Burgos hubo recias contradicciones. El arzobispo se oponía admitir fundación tan pobre. La Santa replicó:
No temo qué les ha de faltar a mis hijas, sino lo que les ha de sobrar.
4.- Se acongojaba si la tenían por santa:
Después de muerta me han de dejar en el purgatorio hasta el juicio, porque, creyendo que soy santa, no me han de encomendar a Dios.
5.- El abad de la Colegiata de Medina les había hecho unos favores a las descalzas. Y para agradecerle los servicios prestados, la Santa le regaló un cilicio al tiempo que le decía:
Tome, hijo, que las carmelitas descalzas no tenemos otras dádivas que dar.
6.- La Santa, empujada por Dios, dejó aquella gran casa que era el monasterio de la Encarnación y para iniciar la Reforma. Con todo, Teresa, no olvidó este su primer convento y cuando pasaba por Ávila en sus viajes de fundadora, siempre hacía una escapada a la Encarnación y decía:
¿Qué les parece? Vuélvome a mi madre.
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