domingo, 20 de noviembre de 2022

El caballero de la armadura

Érase una vez un terrateniente que deseaba convertirse en caballero.
Quería servir a su rey y ser el más noble y más leal caballero que jamás hubiera tenido. El día de su investidura, abrumado por el honor, hizo un voto solemne. Prometió no arrodillarse ni levantar sus brazos en homenaje a nadie más que a su rey.
Y se le encomendó la guardia de una ciudad en la frontera del reino. Cada día vigilaba la entrada enfundado en su armadura.
Pasó el tiempo. Un día, desde su puesto de guardia vio pasar una campesina con su carro lleno de verduras y frutas. Éste volcó y todo se derramó por el suelo.
Nuestro caballero, para no romper su promesa, no se movió.
Otro día pasaba un señor que tenía sólo una pierna y su muleta se rompió.
- "Buen caballero, ayúdeme a levantarme".
Pero el caballero no dobló las rodillas ni levantó las manos para ayudarle.
Pasaron los años y nuestro caballero ya anciano recibió la visita de su nieto que le dijo:
- "Abuelo cógeme en tus brazos y llévame a la feria".
Pero no se agachó para no quebrantar su promesa.
Finalmente, el rey vino a visitar la ciudad y saludar al caballero que estaba rígido guardando la entrada. El rey observó que estaba llorando.
- Eres uno de mis más nobles caballeros, ¿por qué lloras?
- Majestad, hice promesa de no inclinarme ni levantar mis brazos en homenaje más que para usted, pero ahora soy incapaz de cumplir mi promesa. El paso de los años ha producido su efecto y hasta las junturas de la armadura se han oxidado. Ya no puedo levantar los brazos ni doblar las rodillas.
El rey, como un buen padre, le dijo:
- "Si te hubieras arrodillado para ayudar a todos los que pasaban y hubieras levantado tus brazos para abrazar a todos que acudían a ti, hoy, podrías haber cumplido tu promesa dándome el homenaje que juraste no rendir más que a tu rey.

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