martes, 5 de septiembre de 2023

La falta de un clavo

Alfredo M. Aguayo

Un caballero salió muy temprano con un mensaje para el rey.
Por la viveza de sus movimientos se veía que tenía mucha prisa. La suerte de un reino dependía de la rapidez con que el caballo corriera. En el momento de partir oyó que un mozo le decía:
– Señor, tenga cuidado. A una de las herraduras se le ha caído un clavo.
– Tengo mucha prisa, contestó el jinete. No tengo tiempo de ocuparme de esa tontería.
Al mediodía tuvo que detenerse para descansar y tomar alimento.
Cuando volvió a montar, un campesino qué pasaba le gritó:
– Señor caballero, a una de las patas de su caballo le falta una herradura. Llévelo en seguida al herrero.
– Tengo mucha prisa -contestó el jinete-. El lugar a donde voy no está muy lejos de aquí.
Hablando así el caballero hizo galopar a su caballo; pero éste en seguida comenzó a trotar, luego a caminar despacio y por último a cojear.
Pero no cojeó mucho tiempo. Espoleado por el jinete, el animal dio un resbalón y se cayó. Se levantó en seguida, pero volvió a caer y ya no pudo levantarse.
El caballero no llegó a donde estaba el rey; el rey no pudo recibir el mensaje y por falta del mensaje, el reino se perdió.

Por falta de un clavo cayó una herradura; por una herradura se perdió un buen potro; por falta de un potro se atrasó un jinete; y por querer ahorrar un minuto echó a perder todo.

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