domingo, 3 de septiembre de 2023

Empujar la roca

Un hombre dormía en su cabaña cuando de repente una luz iluminó la habitación y apareció Dios.
El Señor le dijo que tenía un trabajo para él y le enseñó una gran roca frente a la cabaña Le explicó que debía empujar la piedra con todas sus fuerzas. El hombre hizo lo que Dios le pidió día tras día.
Durante muchos años, desde que salía el sol hasta el ocaso, el hombre empujaba la fría piedra con todas sus fuerzas... y ésta no se movía. Todas las noches el hombre regresaba a su cabaña muy cansado y sintiendo que todos sus esfuerzos eran en vano.
Como el hombre empezó a sentirse frustrado, el demonio aprovechó para entrar en juego trayendo pensamientos a su mente: Has estado empujando esa roca durante mucho tiempo, y no se ha movido.
Al hombre, en efecto, le dio la impresión que la tarea que le había sido encomendada era imposible de realizar y que él mismo era un fracaso. Estos pensamientos incrementaron su sentimiento de frustración y desilusión. El demonio le dijo:
- ¿Por qué esforzarte todo el día en esta tarea imposible? Solo haz un mínimo esfuerzo y será suficiente.
El hombre pensó en poner en práctica esto, pero antes decidió elevar una oración al Señor y contarle sus sentimientos:
– "Señor, me he esforzado mucho durante años para estar a tu servicio. He empleado toda mi fuerza para conseguir lo que me pediste, pero aun así, no he podido mover la roca ni un milímetro. ¿Qué pasa?, ¿Por qué he fracasado?".
El Señor le respondió con compasión:
– "Querido hijo, cuando te pedí que me sirvieras y tu aceptaste, te dije que tu tarea era empujar la roca con todas tus fuerzas, y lo has hecho. Nunca dije que esperaba que la movieras, tu tarea era empujar. Ahora vienes a mi sin fuerzas a decirme que has fracasado, pero ¿en realidad es así?
Mírate ahora, tus brazos están fuertes y musculosos, tu espalda fuerte y bronceada, tus manos con callos por la constante presión, tus piernas se han vuelto duras. A pesar de la adversidad has crecido mucho y tus habilidades ahora son mayores que las que tuviste alguna vez.
Cierto, no has movido la roca, pero tu misión era ser obediente y empujar para ejercitar tu Fe en mí. Eso lo has conseguido. Ahora, querido amigo, Yo moveré La Roca.”

Reflexión: Debemos ejercitar nuestra fe que mueve montañas, pero conscientes que es Dios quien al final logra moverlas.


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