martes, 9 de abril de 2024

El anillo del elfo

Un día, una hermosa niña llamada Marlechen, caminaba por un camino de arena mientras regresaba a su casa. El camino era muy transitado y a ella le encantaba observar el ir y venir de carros y personas.
De pronto, a un lado del camino se encontró un ramo de flores recién cortadas. Su color y su brillo llamaban mucho la atención. Al acercarse más, le dio mucha pena pensar que se secarían pronto allí bajo el sol. Así que decidió llevarlas hasta la orilla del río de un bosque cercano.
Y justo en el momento en el que la niña colocó el ramo de flores en el agua, un pequeño elfo salió de entre sus pétalos.
– ¡Muy buenos días, Marlechen! -dijo muy contento el elfo.
La pequeña se quedó muy sorprendida, ya que nunca antes había visto un elfo. Era tan pequeño como un botón y tenía las orejas de punta.
– Muchas gracias por haber traído las flores hasta aquí -continuó hablando el elfo- Sin duda, tienes un gran corazón. Espera, creo que mereces un regalo…
Y diciendo esto, el elfo se quitó la corona de luz que llevaba en la cabeza y la transformó en un delgado anillo de luz, tan fino, tan fino, que casi ni se podía ver. Se lo entregó a la niña y ella se lo puso muy contenta en uno de sus dedos.
– Marlechen, este es un anillo mágico. Cada vez que lo mires, tus ojos desprenderán mucha luz y todas las personas que estén junto a ti, se sentirán de pronto muy dichosas.
A Marlechen le pareció un regalo fantástico y se despidió agradecida del elfo.
Cuando la niña llegó a su casa, escuchó unos terribles gritos. Su madre y su hermana mayor discutían. Entonces, la niña recordó lo que le había dicho el elfo, y miró el anillo. Al instante sus ojos comenzaron a brillar y su madre y su hermana al mirarla, sintieron de pronto una intensa paz. Dejaron de discutir y Marlechen entendió que el elfo no le había engañado.
Esa misma noche llegó su padre de trabajar. Estaba muy cansado y algo malhumorado. Al mirarle, percibió una gran tristeza en él, así que miró su anillo y casi de inmediato su padre se sintió muy, pero que muy feliz.
De esta forma, Marlechen comenzó a usar su anillo con todas las personas con las que se encontraba. Su fama era tal que comenzaron a llamarla ‘niña sol’, ya que brillaba y hacía sonreír a todos.

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