domingo, 7 de abril de 2024

El palacio del apóstol Tomás

Cuenta una hermosa leyenda que el apóstol Tomás fue a predicar el evangelio a la India. Un rey le dio dinero para que le edificara un palacio. Pero Tomás distribuía el dinero entre los pobres y les anunciaba la muerte y resurrección de Jesús. Y muchos se hicieron cristianos.
"¿Cómo va mi palacio?", le preguntaba el rey. "Va muy bien" y el rey le daba más dinero. 
Al cabo de un tiempo, la ciudad toda era ya cristiana.
Un día el rey le dijo a Tomás: "¿Cuándo podré ver mi palacio?" 
- "Majestad, pronto lo verá terminado", le contestó.
- "¿Por qué no puedo verlo hoy? Llévame a verlo ahora mismo", le dijo el rey.
Tomás paseó al rey por la ciudad, le iba señalando a la gente y le explicaba cómo sus vidas habían cambiado para bien.
- ¿Dónde está mi palacio?, preguntaba el rey.
- "Está a su alrededor y es un hermoso palacio. Qué pena que no pueda verlo. Espero pueda verlo un día", le decía Tomás.
- "¿Qué has hecho con mi dinero, ladrón?"
- "Majestad, tu palacio está hecho de personas, tu palacio es tu gente. Ahora creen en Jesús. Tu gente son las torres de tu palacio. Dios vive en ellos. Tu palacio es un magnífico palacio."
Tomás fue encarcelado. Pero el rey vio poco a poco el cambio de la gente y cómo por el poder de la resurrección de Jesús, éste vivía en el corazón de las gentes. El último en convertirse fue el rey y éste liberó a Tomás. Y su palacio no fue una obra de piedras sino de corazones vivos y creyentes.

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