— Esta es, le dijo, la Quinta Avenida del cielo y ahí, en ese palacio, reside uno de sus criados.
Siguieron paseando y el hombre rico pensaba: si uno de mis criados vive en semejante mansión cómo será la mía.
Llegaron a una zona en la que la iluminación era más pobre y las casas muy pequeñitas. Al final de la calle había una casa solitaria y San Pedro le dijo al hombre rico:
Siguieron paseando y el hombre rico pensaba: si uno de mis criados vive en semejante mansión cómo será la mía.
Llegaron a una zona en la que la iluminación era más pobre y las casas muy pequeñitas. Al final de la calle había una casa solitaria y San Pedro le dijo al hombre rico:
— Ésa será su casa.
Nuestro hombre rico se enfadó y protestó.
Nuestro hombre rico se enfadó y protestó.
— No puede ser, tiene que haber un error, le dijo a San Pedro.
— ¿Cómo puede mi criado habitar en un palacio y yo en semejante casucha?
Y San Pedro le contestó:
— "Aquí construimos las casas con los materiales que cada uno envía desde la tierra."
Y San Pedro le contestó:
— "Aquí construimos las casas con los materiales que cada uno envía desde la tierra."
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