Libro Carlitos de 1965
La rueda de un carruaje hirió la pata de un hermoso perro San Bernardo. Éste, cojo y dolorido, regresaba a casa cuando un herrero al verlo le tuvo lástima. Se acercó cariñosamente y le curó su herida.
El perro visitó diariamente a su bienhechor, quedando completamente curado al cabo de una semana.
Sin embargo, las visitas del animal continuaron: eran una prueba de su reconocimiento.
Pasados unos meses, el herrero de nuestro cuento encontró dos perros en la puerta de su taller. Reconoció en uno de ellos a su antiguo amigo, el perro San Bernardo; el otro era un sabueso que tenía una pata herida.
El herrero, asombrado de la inteligencia y de los nobles sentimientos de aquel animal, se puso a curar al sabueso, mientras el otro le agradecía moviendo la cola.
- Hiciste bien, dijo el herrero, en contar con tu amigo, pues no sólo has hecho una buena acción, sino que me has proporcionado también profunda satisfacción.
sábado, 9 de noviembre de 2024
Nobleza de un perro
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario