Pedro Miguel Lamet
Nunca estuve tan solo ni agobiado,
ni tan triste, de noche en el camino,
como en el gran dislate sin destino
de este absurdo festín que se han montado,
donde Belén de pronto es un mercado
en el que corren por el bien mezquino
de un inmediato goce repentino
por escapar del Dios que está a su lado.
Dame, Niño, el valor de una mirada
que atraviese esta nube de ruido
y penetre en la luz de esa conciencia
que me conduce a descubrir la Nada
y así hallarte, Jesús, muy escondido
en la cuna interior de tu Presencia.
miércoles, 25 de diciembre de 2024
Mi cuna más secreta
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