lunes, 9 de septiembre de 2024

El café ‘pendiente’

Entramos en un pequeño café, pedimos y nos sentamos en una mesa. Luego entran dos personas:
— Cinco cafés. Dos son para nosotros y tres “pendientes”.
Pagan los cinco cafés, beben sus dos cafés y se van. Pregunto:
— ¿Cuáles son esos “cafés pendientes”?
— Espera y verás -me dicen-.
Luego vienen otras personas. Dos chicas piden dos cafés y pagan normalmente. Al poco tiempo, vienen tres abogados y piden siete cafés:
— Tres son para nosotros, y cuatro “pendientes”.
Pagan por siete, se toman los tres y se marchan. Después, un joven pide dos cafés, bebe solo uno, pero paga los dos. Estamos sentados, hablamos y miramos a través de la puerta abierta la plaza iluminada por el sol delante de la cafetería. De pronto aparece un hombre vestido muy pobre y pregunta en voz baja:
— ¿Tienen algún “café pendiente”?

(Este tipo de caridad, por primera vez, apareció en Nápoles. La gente paga anticipadamente el café a alguien que no puede permitirse el lujo de una taza de café caliente. Allí dejaban en los establecimientos de esta manera no solo el café, sino también comida. Esa costumbre ya ha saltado las fronteras de Italia y se ha extendido a muchas ciudades de todo el mundo).

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