domingo, 19 de enero de 2025

El árbol envidioso

El roble vivía en un bosque hermoso y lleno de árboles. Tenía un tronco robusto, ramas frondosas y hojas verdes y brillantes. Sin embargo, el árbol no se sentía contento. Siempre estaba mirando a los demás árboles y lamentándose por lo que él no tenía.
“¡Mira ese árbol tan alto!, pensaba. ¡Yo quisiera ser tan alto como él!”
“Ese árbol tiene tantas frutas, se decía. ¡Yo quisiera tener tantas frutas como él!”
“Ese árbol tiene flores tan hermosas, se lamentaba. ¡Yo quisiera tener flores tan hermosas como él!”
El árbol no se daba cuenta de que él también tenía muchas cosas bellas. Su tronco robusto le permitía resistir los fuertes vientos. Sus ramas frondosas proporcionaban sombra a los animales del bosque. Sus hojas verdes y brillantes llenaban de vida el bosque.
Pero el árbol estaba demasiado ocupado mirando a los demás para apreciar lo que él mismo tenía.
Un día, un búho sabio se posó en una rama del árbol. El búho observó al árbol con tristeza y le dijo:
— ¿Por qué estás tan triste, roble? ¿Por qué no te sientes contento con lo que tienes?
El árbol le contó al búho sus lamentos y sus envidias. El búho escuchó con paciencia y luego le dijo:
— Querido roble, eres un árbol hermoso y fuerte. Tienes todo lo que necesitas para ser feliz. No pierdas el tiempo envidiando a los demás. Concéntrate en apreciar lo que tienes y ser feliz con lo que eres.
Las palabras sabias del búho hicieron que el árbol reflexionara sobre su comportamiento. Se dio cuenta de que tenía razón. Él se había estado enfocando en lo que no tenía y había olvidado lo que sí tenía.
A partir de ese día, el árbol decidió cambiar su actitud. Empezó a apreciar su tronco robusto, sus ramas frondosas y sus hojas verdes y brillantes. Se dio cuenta de que era un árbol especial y que tenía mucho que ofrecer al bosque.
El árbol empezó a ayudar a los animales del bosque a encontrar refugio bajo sus ramas. Compartió sus frutas con los animales hambrientos. Y sus flores llenaron el bosque de colores y aromas. El árbol finalmente encontró la felicidad. Se dio cuenta de que la felicidad no viene de tener más cosas, sino de apreciar lo que ya tenemos.

La historia del árbol envidioso nos recuerda que la verdadera riqueza no se mide por lo que poseemos, sino por lo que somos y por lo que podemos dar a los demás.

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