Gracias, Señor, por el don precioso de la fe, porque creo en ti.
Gracias porque sé (y a veces siento) que Tú me amas,
me acompañas, me perdonas, me impulsas a trabajar en favor de los que sufren,
de los pobres, de un mundo más justo.
Gracias, Señor, por las personas que sembraron la fe en mi corazón;
gracias por los creyentes en los que apoyo mi fe;
gracias por los que apoyan su fe en la mía.
Ten compasión de mí, porque a veces no te entiendo y dudo,
porque en ocasiones pienso que te has olvidado de mí, de los míos, de los pobres.
Y tengo la tentación de dejar de rezar, de alejarme de ti.
Socórreme, para que sólo Tú seas mi Camino, mi Verdad, mi Vida;
para que te siga adonde quiera que vayas, sabiendo que sólo Tú
das a mi corazón la felicidad y la paz más grandes. Amén.
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