sábado, 7 de octubre de 2017

El árbol de los pañuelos

En un pequeño poblado rodeado de un hermosísimo paisaje verde y montañoso, vivía una familia formada por un papá, una mamá y sus tres hijos. Vivían allí hacía mucho tiempo y disfrutaban del verde pasto, las flores y la vida en contacto con la naturaleza. Pero en especial disfrutaban de su árbol preferido, un frondoso árbol, cuya copa daba una gran sombra que les servía para pasar el tiempo jugando, para tomar relajantes siestas, para reunir a la familia.
Cuando el tiempo pasó y los niños crecieron, uno de los muchachos discutió con su padre, se enfadmucho y decidió irse de su casa. El papá le pidió que se quedase, pidió dialogar con él y arreglar el asunto, pero todo fui inútil. El joven se fue lejos y vivió a su aire, dándose el gusto de conocer y probar todo lo que se le presentaba. Esta manera de vivir lo llevó por mal camino y, al quedarse sin nada, decidió robar en una tienda. Fue capturado por la policía y el juez lo condenó a ir a la cárcel.
Una tarde, recordando su niñez y todo lo que había aprendido, la felicidad con la que había crecido y el amor de su familia, reconocía haberse portado mal y quería pedir perdón. Deseaba volver a su hogar y recomponer la relación con su familia. 
Entonces, antes de salir de prisión, le mandó una carta a su padre, diciéndole:
 “Papá: ¿Te acuerdas de aquél monte donde jugaba cuando era pequeño? ¿Recuerdas…? Había un árbol al que me gustaba trepar…
Ahora, en pocos días, voy a coger el tren para ir al pueblo. Quiero trabajar y ser honesto, quiero cambiar de vida. Pero me importa mucho que me perdones. Si no lo haces, me esforzaré por demostrarte que he cambiado, con la esperanza de que un día me perdones. Si me perdonas, por favor cuelga un pañuelo blanco en el árbol; yo pasaré con el tren y si está el pañuelo iré a tu casa a abrazarte. Si no está, seguiré mi camino y no te molestaré más“

Llegado el día, compró el billete, subió al tren y con muchos nervios viajó esperando ver el árbol y la respuesta de su papá. 
El joven iba contándole toda su historia a un pasajero que estaba sentado a su lado en el tren. El joven se sentía tan nervioso que cuando vio que se acercaban a la casa de su padre donde estaba el árbol de su infancia, le pidió a su compañero que mirara por él. Después de pasar el monte, le preguntó muy angustiado:
- ¿Hay algún pañuelo blanco colgado del árbol?
- No, no había uno, le contestó el compañero de viaje. El árbol estaba lleno de pañuelos blancos.
Bajó del tren y corrió hasta la casa donde se encontraba su papá esperándolo con los brazos abiertos llenos de amor.

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