jueves, 25 de enero de 2018

Señor, instrúyeme en tus sendas (Salmo 24)

Enséñame tus caminos, Señor de la vida y de la historia,
enséñame los caminos de la luz y los senderos de la dicha,
dime por dónde se llega a la libertad, a la tierra de los no-violentos.
¿Hay algún lugar en el que las palabras tengan su verdadero sentido?
¿Hay algún lugar en donde se pueda vivir sin miedos y tristezas?
Jesús, rey del amor y de la ternura, háblame otra vez
de ese lugar al que tú llamabas Reino de Dios.
Dime que existe, que está aquí, aunque sólo sea en semilla,
aunque sea tan pequeño como el grano de mostaza.
Dime que el Reino  es lo más limpio y hermoso que podemos soñar,
que allí no habrá llanto ni violencia, ni engaños ni opresión.
Dime que el Reino es la utopía realizada,
el cumplimiento de todo lo que desea el corazón del hombre.
y enséñame también el camino que conduce hacia Él.
Dime otra vez que es el camino de los pobres y los humildes,
el de la solidaridad y la misericordia,
el de la no-violencia y el amor.
Repíteme otra vez que todos los caminos, son un solo camino,
y que ese Camino Real, el Camino, eres Tú.

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