viernes, 20 de julio de 2018

La carreta vacía

 “Un día caminaba con mi padre, cuando él se detuvo en una curva; y, después de un pequeño silencio, me preguntó”:
- Además del cantar de los pájaros, ¿escuchas algo más?
- El ruido de una carreta.
- Sí, es una carreta vacía.
- ¿Cómo sabes, papá, que es una carreta vacía, si no la vemos?
- Es muy fácil saber si una carreta está vacía por el ruido. Cuanto más vacía va, mayor es el ruido que hace.

A lo largo de la vida, pensando en la carreta vacía, he comprendido que hay muchos que van por la vida hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de los otros, presumiendo de lo que tienen, menospreciando a la gente. Entonces, pienso en la carreta. Hay demasiada gente que está vacía por dentro y necesita hablar y estar en medio del ruido para acallar su conciencia, porque están vacíos. No tienen tiempo para pensar, ni para leer y no pueden soportar el silencio para reflexionar y hablar con Dios. Por eso, la humildad es la virtud que consiste en callar las propias virtudes y permitirles a los demás descubrirlas.

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