martes, 27 de noviembre de 2018

Resilencia


Cuando los japoneses reparan objetos rotos, resaltan la zona dañada rellenando las grietas con oro. Ellos creen que cuando algo ha sufrido un daño y tiene una historia, se vuelve más hermoso.
Este arte tradicional japonés llamado Kintsugi, se remonta al siglo XV y consiste en arreglar las fracturas de los objetos de cerámica que con el tiempo o por accidente se han agrietado o sufrido algún desperfecto. Las fracturas de estos objetos de cerámica se arreglan con la ayuda de un barniz de resina mezclado con polvo de oro. El Kintsugi, por tanto, no sólo se convierte en un arte, sino también en una filosofía de vida donde las roturas de los objetos son vistas como un elemento que embellece al propio objeto en lugar de afearlo. Valora por encima de todo al objeto y tiene especial cura cuando este se rompe.
El resultado es que la cerámica no sólo queda reparada sino que es aún más fuerte que la original. En lugar de tratar de ocultar los defectos y grietas, estos se acentúan y celebran, ya que ahora se han convertido en la parte más fuerte de la pieza. El objeto es más bello por haber estado roto.
Se intenta hacer lo mismo con los seres que amamos y lastimamos, con las amistades rotas. El cuerpo y el alma de las personas, al igual que cualquier objeto de porcelana, es frágil y está expuesto al paso del tiempo. Y ese paso del tiempo desgasta la cerámica, pero también desgasta tu cuerpo y tu alma hasta que llega el día en que te rompes no sólo por fuera mediante el llanto, sino también por dentro a través de la pena y el sufrimiento.
Pero lo bueno que tiene dicha rotura tanto en el objeto como en el cuerpo y alma es que tiene la posibilidad de repararse mediante el polvo de oro en los objetos de cerámica y mediante la resiliencia en las personas. La vida que vives está repleta de grietas, de muchas roturas. Hay momentos en tu vida en que estás roto por fuera y por dentro. La resiliencia te ofrece la oportunidad de devolverte la sonrisa y recomponer tu alma y tu espíritu para que una vez restaurados cuerpo y alma, al igual que un objeto de porcelana expuesto al Kintsugi, pueda resurgir con toda su fuerza y toda la determinación para sobreponerse a los obstáculos que la vida te pone por delante.

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