jueves, 20 de junio de 2019

La madrastra


             Pedro Pablo Sacristán

La señorita Elisa entró aquel día en clase acompañada de una mujer joven y dos niñas.
- "Hoy he traído conmigo a Cenicienta y Blancanieves, que han venido acompañadas por Cruela, su madrastra".
Aquella presentación, como siempre, anticipaba que aquel día descubrirían algo interesante, y que su profesora lo había preparado con cuidado. Cuando todos se sentaron, y la señora Cruela se disponía a hablar, se apagaron todas las luces de la clase. En medio de la oscuridad, se oyeron dos bofetones tremendos, y al momento se escuchó el llanto de Cenicienta y Blancanieves. En ese momento, volvieron las luces, y todos pudieron ver a ambas niñas llorando.
- "Quién ha sido", preguntó la señorita Elisa.
Sin dudarlo, todos señalaron a la madrastra. La madrastra negó con la cabeza, pero en ese momento volvió a irse la luz, y dos sonoros tortazos cruzaron la clase, y los llantos de Clara y Felipe continuaron la historia. Al volver la luz, ambos estaban llorosos, mirando con enfado a la madrastra, a la que todos apuntaban con el dedo. Cuando la madrastra comenzaba a hablar haciéndose la inocente, una vez más se fue la luz.
Pero esta vez tardó sólo un par de segundos en volver, y entonces todos pudieron ver la escena: Cenicienta y Blancanieves corrían hacia Carla y Roberto con el brazo en alto, dispuestas a soltar otro bofetón. Al momento, todos los niños de la clase pedían perdón a la señora Cruela, quien resultó ser una mujer muy amable y simpática, que no sabía qué hacer con sus revoltosas hijastras, a las que quería con locura, pero que no dejaban de liarla allá por donde iban...
- "Y eso es lo que quería enseñaros hoy, chicos, terminó la señorita Elisa, dejarnos llevar por prejuicios basados en cosas superfluas, como la raza, la belleza, o incluso el nombre, es lo más injusto que podemos hacer. ¿No os parece?"

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