jueves, 5 de diciembre de 2019

Los zapatos de Dios


Soy un experto en huellas. Estudiando las huellas he detenido a muchos ladrones y asesinos.
Un día me llamó el director del departamento de seguridad y me dijo:
- Tengo un nuevo caso para usted. Quiero que descubra el camino por el que va a venir Dios. Usted es un experto en huellas, confío en que lo resolverá.
Salí a la calle, recorrí caminos y avenidas, pregunté a los seguidores de ese tal Jesús, examiné muchas huellas y por primera vez en mi vida sentí que el caso se me escapaba de las manos.
Decidí abandonar el caso y, una mañana, muy desilusionado, me dirigí a la oficina del director de seguridad.
En mi camino leí el rótulo de un escaparate que decía: “Los zapatos de Dios”. Entré y le expliqué al anciano que la regentaba mi gran problema. Éste me escuchó con mucha atención y entró en el interior de la tienda y me sacó unos zapatos desgastados, sin marca alguna y que no eran de mi número. Eran más pequeños.
Tanto me insistió el buen hombre que me los puse y salí a la calle con los zapatos puestos.
Lo que pasó a continuación es un misterio.
La tienda fue derribada para edificar apartamentos de lujo. Yo decidí largarme a Nueva York.
Así que amigos, como el caso está aún sin resolver, os invito a hacerse cargo de él. Tenéis dos pistas fiables.
Primera. Debéis poneros los zapatos de Dios, calza el mismo número que tus hermanos más pobres y menos queridos.
Segunda. Las huellas de Dios son las huellas de la humanidad pobre y necesitada.
Si seguís estas huellas descubriréis el camino por el que Dios viene a vuestra vida y experimentaréis la alegría de la salvación.

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