viernes, 10 de enero de 2020

El viejo tigre y el ciervo joven


El viejo tigre, el más feroz y vigoroso de los animales de la selva, quería construir su casa. Encontró un lugar precioso junto al río.
Igual idea tuvo un joven ciervo, el más tímido y débil de los animales de la selva. Al día siguiente, antes de que saliera el sol, el ciervo abatió el herbazal, cortó los árboles y se marchó. Después llegó el tigre, y al ver tanto material de construcción ya preparado, exclamó:
- "Alguien que me quiere bien ha venido a ayudarme y no quiere que lo sepa. Y se puso a construir los muros de la casa".
A la mañana siguiente, volvió temprano el ciervo, vio el panorama y se dijo:
- "¡Qué buenos amigos tengo: me ayudan y no quieren que se lo agradezca!"
Puso el techo a la casa, la dividió en dos habitaciones y se instaló en una de ellas.
Cuando llegó el tigre y vio la casa terminada, creyó que era obra del desconocido amigo y se instaló en la otra habitación.
Pero al día siguiente, al salir, coincidieron los dos. Comprendieron lo que había ocurrido. El ciervo se atrevió a decir:
- "Ya que hemos construido la casa entre los dos, ¿Por qué no vivimos juntos y en paz?".
- El tigre aceptó: "Muy buena idea. Así nos ayudamos también. Hoy iré yo a buscar la comida. Mañana tu..."
Se fue por el bosque. Regresó al atardecer. Traía un ciervo ya grandecito. Lo arrojó ante su socio y con voz muy seca dijo:
- "Toma prepara la comida"
El ciervo, temblando de miedo, preparó la comida, pero no probó ni bocado. Y ni siquiera durmió toda la noche. Temía que su feroz compañero sintiera hambre y viniera por él.
Al día siguiente, tocaba al ciervo buscar la comida. ¿Qué haría? Encontró un tigre dormido. Era más grande que su compañero. Se le ocurrió una idea. Buscó al oso hormiguero, que es muy forzudo, y le dijo:
- "Allí hay un tigre dormido. Le oí decir que tú eras pura mantequilla, que no tienes fuerza..."
El oso hormiguero fue silencioso hacia el tigre, lo agarró fuerte entre sus poderosos brazos y lo estranguló. El ciervo logró arrastrar al tigre muerto hasta la casa. Lo echó a las patas del tigre y dijo con desprecio:
- "Toma, come: sólo he podido encontrar este poquito...".
El tigre no dijo nada, pero se quedó muy inquieto y desconfiado. No comió nada tampoco. Ni pudo dormir en toda la noche. Se decía:
- "Si el ciervo mató a uno más grande que yo, debe tener algún arma secreta, no es tan debilucho como parece...
El ciervo tampoco durmió, pues pensaba: El tigre se va a vengar mientras duermo.
Ya de día, ambos se caían de sueño. La cabeza del ciervo golpeó sin querer la pared que separaba las habitaciones. El tigre creyó que su compañero iba a atacarlo y echó a correr. Sin querer hizo un poco de ruido con sus garras. El ciervo, convencido de que el tigre venía por él, salió también a todo correr.
En el camino se encontró con el oso hormiguero:
 "¿Por qué corres tanto?", le preguntó.
-Se lo explicó, casi sin respirar, pero siguió corriendo.
El oso pensó: esta gente es tonta, han hecho una casa preciosa y no saben disfrutarla, se fijan más en las diferencias que tienen que en la ayuda que se puedan dar.
Yo me voy a buscar a uno que quiera compartirla conmigo. Ocuparemos la casa abandonada. Seremos felices.

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