El viejo tigre, el más feroz y vigoroso de los
animales de la selva, quería construir su casa. Encontró un lugar precioso
junto al río.
Igual idea tuvo un joven ciervo, el más tímido y débil
de los animales de la selva. Al día siguiente, antes de que saliera el sol, el
ciervo abatió el herbazal, cortó los árboles y se marchó. Después llegó el
tigre, y al ver tanto material de construcción ya preparado, exclamó:
- "Alguien que me quiere bien ha venido a
ayudarme y no quiere que lo sepa. Y se puso a construir los muros de la
casa".
A la mañana siguiente, volvió temprano el ciervo, vio
el panorama y se dijo:
- "¡Qué buenos amigos tengo: me ayudan y no
quieren que se lo agradezca!"
Puso el techo a la casa, la dividió en dos
habitaciones y se instaló en una de ellas.
Cuando llegó el tigre y vio la casa terminada, creyó
que era obra del desconocido amigo y se instaló en la otra habitación.
Pero al día siguiente, al salir, coincidieron los dos.
Comprendieron lo que había ocurrido. El ciervo se atrevió a decir:
- "Ya que hemos construido la casa entre los dos,
¿Por qué no vivimos juntos y en paz?".
- El tigre aceptó: "Muy buena idea. Así nos
ayudamos también. Hoy iré yo a buscar la comida. Mañana tu..."
Se fue por el bosque. Regresó al atardecer. Traía un
ciervo ya grandecito. Lo arrojó ante su socio y con voz muy seca dijo:
- "Toma prepara la comida"
El ciervo, temblando de miedo, preparó la comida, pero
no probó ni bocado. Y ni siquiera durmió toda la noche. Temía que su feroz
compañero sintiera hambre y viniera por él.
Al día siguiente, tocaba al ciervo buscar la comida.
¿Qué haría? Encontró un tigre dormido. Era más grande que su compañero. Se le
ocurrió una idea. Buscó al oso hormiguero, que es muy forzudo, y le dijo:
- "Allí hay un tigre dormido. Le oí decir que tú
eras pura mantequilla, que no tienes fuerza..."
El oso hormiguero fue silencioso hacia el tigre, lo
agarró fuerte entre sus poderosos brazos y lo estranguló. El ciervo logró
arrastrar al tigre muerto hasta la casa. Lo echó a las patas del tigre y dijo
con desprecio:
- "Toma, come: sólo he podido encontrar este
poquito...".
El tigre no dijo nada, pero se quedó muy inquieto y
desconfiado. No comió nada tampoco. Ni pudo dormir en toda la noche. Se decía:
- "Si el ciervo mató a uno más grande que yo,
debe tener algún arma secreta, no es tan debilucho como parece...
El ciervo tampoco durmió, pues pensaba: El tigre se va
a vengar mientras duermo.
Ya de día, ambos se caían de sueño. La cabeza del
ciervo golpeó sin querer la pared que separaba las habitaciones. El tigre creyó
que su compañero iba a atacarlo y echó a correr. Sin querer hizo un poco de
ruido con sus garras. El ciervo, convencido de que el tigre venía por él, salió
también a todo correr.
En el camino se encontró con el oso hormiguero:
"¿Por qué
corres tanto?", le preguntó.
-Se lo explicó, casi sin respirar, pero siguió
corriendo.
El oso pensó: esta gente es tonta, han hecho una casa
preciosa y no saben disfrutarla, se fijan más en las diferencias que tienen que
en la ayuda que se puedan dar.
Yo me voy a buscar a uno que quiera compartirla
conmigo. Ocuparemos la casa abandonada. Seremos felices.
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