Lucero de la mañana, norte que muestra el camino,
cuando turba de continuo nuestro mar la tramontana.
Quien tanta grandeza explica sin alas puede volar,
porque no podrá alabar a la que es más santa y rica.
Sois pastora de tal suerte, que aseguráis los rebaños
de mortandades y daños, dando al lobo cruda muerte.
Dais vida a quien se os aplica, y en los cielos y en la tierra
libráis las almas de guerra, como poderosa y rica.
Si vuestro ejemplo tomasen las pastoras y pastores,
yo fío que de dolores para siempre se librasen.
Tanto Dios se os comunica, que sin fin os alabamos,
y más cuando os contemplamos en el mundo la más rica. Amén.
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