Era
una vez un campesino, que se fue al monte próximo y capturó una cría de águila.
Llegó a casa y la juntó con las gallinas del gallinero. Pasado un tiempo, se
adaptó perfectamente a la vida de las gallinas. Un naturalista visitó al campesino
y, tras observar al águila discutieron:
-
“Es y será una águila” sostenía el naturalista.
El
campesino, por el contrario, insistía:
-
“Se ha convertido en gallina”.
Varias
veces colocó el naturalista al águila sobre su brazo animándola a que se atreviera
a volar. Pero ella se negaba.
Después
de varias pruebas, una mañana se dirigieron a la montaña. El naturalista tomó
al águila y la puso sobre su brazo. Ella miró alrededor, abrió sus fuertes alas
y voló, voló hasta confundirse con el azul del cielo.
“Muchos
de nosotros pensamos, vivimos como gallinas. Pero somos águilas. Abramos las
alas y volemos”
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