jueves, 4 de marzo de 2021

Tu eres Señor, el Dios de la vida-1

Tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti; en el seno, tú me sostenías;
siempre he confiado en ti.
No me rechaces ahora en la vejez; me van faltando fuerzas; no me abandones.
Tú eres parte de mi vida, Señor, desde que tengo memoria de mi existencia.
Me alegro y me enorgullezco de ello.
Mi niñez, mi adolescencia y mi juventud han discurrido bajo la sombra de tus manos.
Aprendí tu nombre de labios de mi madre,
te llamé amigo antes de tener ningún otro amigo,
te abrí mi alma como no se la he abierto nunca a nadie.
Al repasar mi vida, veo que está llena de ti, Señor,
en mi pensar y en mi actuar, en mis alegrías y en mis penas.
He caminado siempre de tu mano por senderos de sombra y de luz,
y esa es, en la pequeñez de mi existencia, la grandeza de mi ser.
Gracias, Señor, por tu compañía constante a lo largo de toda mi vida.
Ahora los años se me van quedando atrás,
y me pongo a pensar, aun sin quererlo, en los años que me quedan.
La edad comienza a pesar, a hacerme sentirme incómodo,
a dibujar el molesto pensamiento de que los años que me quedan de vida
son ya menos de los que he vivido.
Mis fuerzas ya no son lo que eran antes,
la memoria me falla, los pasos se me acortan sin sentir,
y mis sentidos van perdiendo la agudeza de que antes me gloriaba.
Pronto necesitaré la ayuda de otros, y solo el pensar eso me entristece.
Más aún que el debilitarse de los sentidos,
siento el progresivo alargarse de la sombra de la soledad sobre mi alma.
Amigos han muerto, presencias han cambiado,
lazos se han roto, mentalidades han evolucionado,
y me encuentro protestando a diario contra la nueva generación,
sabiendo muy bien que al hacerlo me coloco a mí mismo en la vieja.
Cada vez queda menos gente a mi lado
con quien compartir ideas y expresar opiniones.
Me estoy haciendo suspicaz,
no entiendo lo que otros dicen, ni siquiera oigo bien,
y me refugio en un rincón cuando los demás hablan,
y en el silencio cuando dicen cosas que no quiero entender.

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