viernes, 5 de marzo de 2021

Tu eres Señor, el Dios de la vida-2

Me da miedo pensar que, de aquí en adelante,
el camino no hará más que estrecharse
y no volverá ya a ensancharse jamás.
Tengo miedo de caer enfermo, de quedarme inválido,
de enfrentarme a la soledad, de mirar cara a cara a la muerte.
Y me vuelvo a ti, Señor,
que eres el único que puede ayudarme en mis temores
y fortalecerme en mis achaques.
Tú has estado conmigo desde mi juventud;
permanece conmigo ahora en mi vejez.
Tú has presidido el primer acto de mi vida;
preside también el último.
Sostenme cuando otros me fallan.
Acompáñame cuando otros me abandonan.
Dame fuerzas, dame aliento,
dame la gracia de envejecer con garbo,
de amar la vida hasta el final,
de sonreír hasta el último momento,
de hacer sentir con mi ejemplo a los jóvenes
que la vida es amiga y la edad benévola,
que no hay nada que temer
y sí todo esperar cuando Tú estás al lado
y la vida del hombre descansa en tus manos.
¡Dios de mi juventud, sé también el Dios de mi ancianidad!
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas;
ahora, en la vejez y las canas, no me abandones, Dios mío.

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