San Agustín. “Confesiones”
Habiéndome convencido de que debía volver a mí mismo,
penetré en mi interior, siendo tu mi guía,
y ello me fue posible porque tú, Señor, me socorriste.
¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé!
Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo.
Me retenían lejos de ti aquellas cosas
que, si no estuviesen en ti, no existirían.
Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera;
brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera;
exhalaste tu perfume y lo aspiré, y ahora te anhelo;
gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti;
me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de ti.
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