sábado, 31 de mayo de 2025

Elige ser feliz

Era una tarde tranquila. En un amplio salón decorado con luces suaves y sillas en orden, las parejas comenzaban a ocupar sus lugares para asistir a un seminario sobre relaciones. Se respiraba un aire de respeto, curiosidad… y en algunos rostros, la esperanza de encontrar respuestas.
El conferenciante, un hombre de mediana edad con voz clara y presencia amable, tomó el micrófono y saludó con una sonrisa.
— Buenas tardes a todos. Gracias por estar aquí, dispuestos a crecer juntos.
El público respondió con un aplauso cálido. Poco después, el conferenciante se paseó entre las filas y de pronto se detuvo frente a una pareja sentada de la mano en la segunda fila.
— Señorita -dijo con cortesía, mirando a la mujer-, ¿su marido la hace feliz?
El esposo, al oír la pregunta, se acomodó con confianza. Estaba seguro de la respuesta. Ella nunca se quejaba, eran cordiales, llevaban años juntos. Su rostro mostraba serenidad.
La mujer lo miró de reojo… y respondió con calma:
— No…, no me hace feliz.
El salón entero se quedó en silencio. El esposo la miró sorprendido, con un nudo en el pecho que no supo cómo explicar. Pero antes de que alguien pudiera decir algo, ella continuó:
— No me hace feliz…, porque yo soy feliz.
Hubo un murmullo leve en la sala. La mujer, miró al conferenciante y dijo con firmeza:
— Mi felicidad no depende de él. Depende de mí. Yo decido ser feliz cada día, sin importar lo que pase a mi alrededor. Si mi felicidad dependiera de otra persona, o de si me dicen lo que quiero escuchar, o de si el día es soleado o lluvioso, entonces estaría atrapada. Y eso… no es felicidad. Eso es dependencia emocional.
Hizo una pausa, respiró profundamente y añadió:
— He aprendido que la vida está llena de altibajos. Por eso, he decidido aprender a perdonar, a ser paciente, a escuchar sin interrumpir… A sonreír incluso cuando las cosas no salen como quisiera. A no permitir que el clima, el dinero, la rutina o las decepciones apaguen mi paz interior.
El conferenciante la miró con respeto, y con voz reflexiva agregó:
— Muchas veces escuchamos frases como: “No soy feliz porque estoy enfermo…”, o “no puedo ser feliz porque alguien me falló, porque alguien no me ama…” -hizo una pausa y miró a la sala entera- Pero lo cierto es que sí puedes ser feliz, incluso cuando las cosas no estén bien. Porque la felicidad no depende de lo que ocurre fuera… sino de cómo eliges vivir lo que ocurre.
La mujer asintió, y con una sonrisa serena concluyó:
— La vida es como una bicicleta: te caes solo si dejas de pedalear. Y yo he decidido no dejar de avanzar.
El salón entero estalló en aplausos.
Reflexión final:
La felicidad no es un regalo que alguien te entrega. Es una elección que haces todos los días, incluso en medio de la incertidumbre. No pongas tu bienestar en manos ajenas. No le des al mundo el poder de apagar tu luz. Porque la vida seguirá teniendo altibajos, errores, momentos duros… pero si eliges seguir pedaleando, seguir sonriendo, seguir creyendo, entonces descubrirás que la felicidad no está en lo que te pasa, sino en cómo decides responder a ello.
Elige ser feliz. Porque esa decisión… cambia tu mundo.

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