Había
una vez un carpintero que siempre estaba trabajando en su taller de
carpintería. El trabajaba con mucha alegría y casi siempre estaba cantando.
Un
día llegó a su taller un niño con la cara muy triste.
-
¿Qué te pasa? –le preguntó el carpintero.
-
Pues que he perdido mi muñeco cantarín, y no lo encuentro por ninguna parte.
¿No lo habrá encontrado por aquí, verdad?
-
Pues no, por aquí no lo he visto.
El
niño se puso más triste, y se fue casi llorando. El carpintero se quedó preocupado
por el niño. Todos los días iba el niño a preguntar, si había visto a su muñeco
cantarín.
Un
día el carpintero le dijo:
-
No te preocupes, yo te voy a hacer un muñeco y seguro que te gustará.
Ese
día el niño se fue más contento. El carpintero comenzó a hacer el muñeco y cada
vez estaba quedando más bonito.
Cantaba
y cantaba de alegría.
El
carpintero además de trabajar con alegría, también tenía poderes mágicos y
cuando terminó el muñeco, le dijo cantando:
-
Lala lalala! mañana cantarás lala lala!, tu boca moverás, y para cantar una
canción, esta lección aprenderás:
-
Dentro de la boca está la lengua y la tendrás que mover de un lado a otro.
La
lengua quiere asomarse un poquito y con la puntita se da un paseo por los
dientes de arriba y luego otro por los dientes de abajo.
Ahora
quiere hacerle cosquillitas al labio de arriba, moviéndose de un lado para
otro. También lo hace con el labio de abajo.
Después
la lengua sale larga, larga, hacia abajo y hacia arriba para tocarse la nariz.
La
lengua se dará un paseo moviéndose rápido de dentro a afuera.
Hay
que inflar un globo con los mofletes
Ahora
quiero ver cara de alegre y enfadado.
El
muñeco cuando hizo todas esas cosas estaba tan contento que empezó a darle
besitos muy fuertes al carpintero.
Al
día siguiente el niño llegó a la carpintería y escuchó que alguien estaba
cantando, pero no era el carpintero.
-
¿Quién canta?, preguntó el niño.
-
Pues alguien que quiere ser tu amigo, contestó el carpintero.
Cuando
el carpintero le enseño el muñeco, el niño empezó a dar saltos de alegría.
El
niño le dio las gracias al carpintero y se fue cantando con su nuevo muñeco
mágico.
El
carpintero se sintió muy feliz y siguió trabajando con la misma alegría de
siempre.
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