José García Nieto
Gracias, Señor, por este ramo de agua
que
llega del aire hasta los campos,
hasta el bosque,
hasta el huerto;
gracias por tu palabra, de nuevo en el
desierto,
prometiendo las hora frutales de la siega.
Gracias por tanta gracia, tanta cuidada
entrega,
por tanto ardor temblando desde el terreno
yerto;
gracias por estas flores primeras que han
abierto
ojos de luz a tanta claridad honda y ciega.
Gracias porque te he visto latiendo en los
bancales,
favoreciendo, urdiendo, los tiernos esponsales
del verdor con la tierra, la rosa con la rama.
Gracias porque me enseñas a ser en lo que era,
a olvidar mis estiajes en esta primavera...
Gracias porque es llegado el tiempo del que
ama.
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