viernes, 29 de septiembre de 2017

Búmeran

Manuel y su mamá vivían en el bosque, en una hermosa y confortable cabaña. Cierto día, el muchacho caminaba solo por un sendero mientras, distraído, creyó escuchar la voz de un niño que hablaba a lo lejos. Entonces Manuel le gritó:
– ¡Hola! ¡Hola!.
Y la voz le respondió:
– ¡Hola! ¡Hola!.
Sin saber que se trataba del eco de su propia voz y convencido de que ese niño había querido burlarse de él, continuó diciendo toda clase de palabrotas que, por supuesto, eran respondidas, al instante, del mismo modo.
Al regresar a su casa, muy molesto, le contó a su madre todo lo sucedido en el sendero, cómo ese niño se había burlado de él y las cosas horribles que le había dicho.
La madre enseguida comprendió de qué se trataba y le aconsejó a Manuel:
- Mira, hijo, después de comer, vuelve al mismo sitio y comienza a decir toda clase de palabras bondadosas y halagadoras a ese niño del sendero y espera a ver de qué modo te responde.
Siguiendo el consejo de su madre, el niño salió hacia el lugar y realizó, paso a paso, lo que su mamá le había dicho. Al instante, una sonrisa se dibujó en su rostro porque encontró que sus palabras bondadosas eran respondidas del mismo modo.

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