Tú te haces fuente de vida y santidad en nosotros
y realizas maravillas en quienes se confían a ti.
Sé tú el Dios de nuestra interioridad;
ilumina nuestra mente con tu claridad
y prende en nuestro corazón el fuego de tu Amor;
santifica nuestro cuerpo, alma y espíritu,
para que brille tu poder obrando maravillas en tu Iglesia.
Dulce huésped de nuestras almas, aviva en nosotros
el deseo y la necesidad de un diálogo personal contigo,
que mantenga siempre vivo el espíritu de nuestra vocación.
No permitas que te extingamos o te pongamos triste
con nuestras infidelidades, tibiezas o resistencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario