domingo, 12 de noviembre de 2017

Construyendo una catedral

Ésta es la historia de un viajero que fue a parar a una gran ciudad. El caminante se admiró de ver la cantidad de canteros, albañiles y carpinteros dedicados a la construcción de un magnífico edificio para la Iglesia. Se acercó a uno de los canteros para interesarse por su trabajo.
– ¿Podría explicarme en qué consiste su trabajo?, le preguntó.
El hombre, molesto por la pregunta, le contestó de malas maneras:
– Estoy picando estos bloques de piedra con el marrón y el cincel, y después los estoy ensamblando tal y como se me ha indicado para hacer un muro. Estoy sudando la gota gorda y además me duele muchísimo la espalda. Y para colmo, este trabajo me aburre y me paso el día soñando con el día en que pueda dejar de trabajar.
Ante tal respuesta, el viajero prefirió marcharse y charlar con otro cantero.
– ¿Podría explicarme en qué consiste su trabajo?, preguntó nuevamente.
Y el segundo cantero le contestó:
– Pues mire usted: como tengo mujer e hijos necesito un trabajo para ganarme un sueldo. Me levanto pronto cada mañana y vengo a picar la piedra, tal y como se me ordena. Es un trabajo en el que hago siempre lo mismo, como se puede imaginar, pero gracias a él puedo alimentar a mi familia, que es lo que me importa; estoy contento con tener este trabajo.”
Más animado por esta segunda respuesta, el forastero se acercó a otro trabajador.
– Y usted, ¿qué está haciendo?
Y el tercer cantero, con los ojos brillantes de emoción y con el dedo índice apuntando hacia el cielo, le contestó:
– Estoy levantando una catedral. ¡Una preciosa catedral! No podría soñar con un trabajo más hermoso al que dedicar mi esfuerzo.

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