viernes, 27 de abril de 2018

Buscar a Dios

             Diálogo entre una niña y un anciano 

Día a día un anciano sentado en su mecedora prometió no levantarse de allí hasta que viera a Dios.
Una tarde vio a una niña jugando y la pelota con que jugaba llegó rodando hasta él.
Ella, al inclinarse y recogerla miró al anciano y le dijo
- Señor, todos los días lo veo sentado en su sillón y con la vista perdida ¿Qué es lo que busca?
- Niña, eres demasiado pequeña para entender –contestó el anciano.
- Tal vez -dijo ella- pero mi mama me ha dicho que si tengo algo en la cabeza debo decirlo. Ella me dice siempre: "comparte, hija, comparte para que aprendas".
- Muy bien, niña, ¿sabes? busco a Dios -dijo él-.
- ¿Cómo? Con todo respeto, señor, ¿se mece en ese sillón día tras día en busca de Dios?
- Sí, necesito creer antes de morir que Dios existe. Quiero una señal suya y no he visto ninguna.
- ¿Una señal? Por Dios, señor anciano. Dios le da una señal cuando respira, cuando huele las flores, cuando escucha el canto de los pájaros, cuando nace un bebé, cuando ríe, cuando llora... Es una señal de Dios amar, abrazar a alguien. Dios le da una señal en el viento, en el arco iris, en la lluvia.
Dios está en usted, en mi. ¿Para qué buscarlo sentado mirando a lo lejos sí está aquí cerca todo el tiempo?
- Niña -respondió el anciano- sabes mucho, pero lo que dices no me es suficiente.
La niña se le acercó, puso sus pequeñas manos en el corazón del viejo y le dijo bajito al oído:
- Señor anciano mi mamá me dice siempre que si quiero encontrar a Dios, lo busque en mi corazón y que así podré ver sus señales ¿ya busca usted en el suyo? ¡Venga!, búsquelo de otra forma. Levántese del sillón y venga a jugar conmigo.
Y aquella tarde, fue una tarde maravillosa para aquel solitario viejo. ¡Se divirtió como nunca! La niña fue para él la señal que Dios le enviaba para salir de su soledad y de su tristeza.

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