jueves, 7 de noviembre de 2019

Enseñando con el ejemplo


                       Del libro “El Silencio del Alma”
Mi madre siempre me regañaba por tirar las cosas al suelo.
 “Échalo a la basura, no lo tires al suelo”, me decía.
Yo no hacía caso, o no me daba cuenta hasta que veía su mirada recriminatoria. 
Un día, paseaba con mis padres comiendo patatas fritas. Cuando acabé el paquete lo tiré al suelo sin que me vieran mis padres. Detrás de mí, una viejecita con cachaba y encorvada, se agachó como pudo, recogió la bolsa vacía y me la dio con una sonrisa mientras decía: “perdona chaval, se te ha caído”.
Desde aquél día, no volví a tirar nada al suelo. No soportaría el cargo de conciencia de recordar a aquella anciana agachándose de malas maneras para darme una lección.

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