sábado, 9 de noviembre de 2019

Misioneros de la vida

Hoy, Señor, me presento ante ti con todo lo que soy y lo que tengo.
Acudo a ti como persona sedienta, necesitada...
porque sé que en ti encontraré respuesta.
Siento que no puedo vivir con la duda todo el tiempo
y que se acerca el momento de tomar una decisión.
Deseo ponerme ante ti con un corazón abierto como el de María,
con los ojos fijos en ti, esperando que me dirijas tu Palabra.
Deseo ponerme ante ti como Abraham,
con el corazón lleno de tu esperanza, poniendo mi vida en tus manos.
Deseo ponerme ante ti como Samuel,
con los oídos y el corazón dispuestos a escuchar tu voluntad.
Aquí me tienes, Señor, con un deseo profundo de conocer tus designios.
Quiero entrar dentro de mí mismo y encontrar la fuerza suficiente
para darte una respuesta sin excusas, sin pretextos.
Quiero perder tantos miedos que me impiden ver claro
el proyecto de vida que puedas tener sobre mí.
¿Qué quieres de mí, Señor? ¡Respóndeme!
Señor, ¿qué esperas de mí? ¿por qué yo y no otro?
Si me llamas a ser testigo tuyo de una forma más radical
cuenta conmigo, Señor dirige tu Palabra a mis oídos y a mi corazón.

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