domingo, 29 de marzo de 2020

Cuesta morir y perder

Sólo queremos triunfar, Señor, para eso se nos ha educado.
Hemos de ganar al otro, competir sin parar, medirnos constantemente.
Y Tú nos recomiendas que perdamos la vida, mientras todo nos dice
que aprovechemos, que no seamos pringados, 
que hay que ser un lince en este mundo loco que tenemos montado.
No te rindas, no te dejes, no te achantes, no te compadezcas, 
no mires hacia el otro, para que no te brote el amor que llevas dentro
y se acabe el juego de la competición, del desencuentro, de la comparación,
del aparentar, del vivir pomposamente, creando envidias alrededor.
Quiero seguirte, Señor, quiero perder la vida, el poder, el prestigio,
la imagen, las mil cosas que acaparo.
Quiero renacer a la sencillez, a la escucha atenta a la vida del otro,
a que me importe tanto lo suyo como lo mío,
a que me duela todo dolor de mis hermanos,
a mostrarme pequeño y frágil, como soy,
a compartir mis dudas, mis miedos y fracasos,
a triunfar todos juntos, a lograr en común,
a regalarme hasta el último rincón de mi ser.
Ayúdame, Señor, a dar mi vida, mi tiempo, mis cosas y mi yo.
En tus manos me pongo, haz de mí lo que quieras…
Contigo a mi lado… ya no necesito ganar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario