Una vez un
pajarillo voló tan alto que se hizo tarde en el camino y cuando miró a la tierra
la vio tan lejos que le daba miedo. Lo vio todo negro y profundo, entonces
decidió quedarse a dormir en una nube. Pero cuando anocheció en el cielo brilló
una estrella y luego otra y otra, así fueron apareciendo muchas estrellas en el
firmamento. Las vio tan cerca que se quedó maravillado de tanta luz, tanta que
su rostro lo sintió todo iluminado.
“¡Que
asombroso!” dijo el pajarillo. Se miraba las plumas y con el pico se las
arreglaba, si todas parecían de plata y oro y se veía más hermoso, más brillante,
hasta se olvidó que era de noche y empezó a cantar muy alegre. Entre las
estrellas una lo miró con más atención, le parecía que le estaba cantando a
ella y comenzó a mirarlo más y más hasta que se dio cuenta el pajarillo, porque
su mirada era tan penetrante que entre todas pudo sentirla, y desde ese momento
quedó prendado de ella.
Pero las horas
pasaban. Al pajarillo le parecía que la noche no se acabaría nunca y comenzó un
lindo romance con la estrella. Le contaba lo hermoso que era estar en el cielo,
pero lo difícil era bajar a la tierra, y el pajarillo le contaba que igual le
pasaba a él, y que él quería estar más cerca de ella porque, ahora que la
conocía, sería muy triste separarse de ella. Que la extrañaría mucho, si dejara
de verla de pena moriría, porque jamás la podrá olvidar y le dijo:
- “Si algún día
no me vieras recuerda que en algún rincón del mundo está un ser que te quiso
que te quiere y te querrá y que pase lo que pase jamás se olvidará de ti”.
La noche
avanzaba y ellos, estando juntos, no se daban cuenta del tiempo, pero llegó lo
que tenía que pasar, vino la madrugada y él y ella estaban tan emocionados de
haberse conocido, aunque la desigualdad era mucha: él de la tierra y ella del
cielo, pero en ese instante no notaban las diferencias.
Solo querían
estar juntos conversando de muchas cosas y aunque estaban lejos, ellos no lo
notaban, se veían a un paso una del otro, se podían decir todo lo que querían ya
que les parecía estar muy cerca el uno del otro, entonces el pajarillo tuvo una
idea: le propuso a ella que viniera a la nube, pero ella le dijo:
- “Eso es
imposible, no puedo hacerlo, no puedo moverme hacia abajo, yo solo puedo rotar,
nada más. Lo siento mucho” -y la estrella se puso a llorar.
Entonces el
pajarillo al verla llorar le dijo:
- “Yo iré a ti
si tú no puedes venir a mí”.
- “¡Harías eso
por mí! ¿Serías capaz de volar hacia aquí?, pero sería una locura no lo hagas”
-le dijo ella limpiando sus lágrimas porque veía que eso era imposible. Quiso
evitarlo pero fue demasiado tarde.
- “Sí puedo
hacerlo”
Y sin pensarlo
dos veces, el pajarillo abrió sus alas y elevó el vuelo, pero no se pudo
sostener en el aire, aunque la estrella abrió sus brazos para alcanzarlo.
Pero todo fue
inútil, la gravedad no lo pudo contener y el pajarillo enamorado se dio varias
vueltas de campana y sus alas no pudieron responder cayendo de cabeza a la
tierra y de la fuerza del golpe quedó semienterrado y del triste pajarillo
nadie se dio cuenta.
Pues su
historia nadie la contó, hasta que hoy el lápiz y este blog la descubrieron.
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