(En la fiesta de ayer, 13 de mayo, Fiesta de la Virgen de Fátima)
El rezo de las
tres “avemarías” antes de dormir es una tradición muy cristiana. Nuestras
madres y abuelas nos enseñaron a rezarlas de pequeñitos. Conozco a muchos adultos
que lo siguen haciendo noche tras noche. A medida que nos hacemos mayores
podemos pensar que eso es una infantilidad y las abandonamos. Escucha un caso
sucedido en un hospital.
Cuentan que una
niña estaba a punto de ser operada. Uno de los médicos le dice:
- Cierra los
ojos, que vas a dormir un rato. La niña contesta que ella no duerme nunca de
día.
El médico le
repetía lo mismo para que la niña no viera la aguja con que la iban a pinchar.
Ella volvió a decir que sólo dormía de noche y que no quería cerrar los ojos.
- Sin embargo,
hoy tienes que dormir para curarte, dijo el doctor.
- Bueno, dijo
ella al fin. Yo antes de dormir siempre rezo las tres avemarías, ¿puedo?
Y con toda sencillez
la niña juntó las manos y empezó su oración. Al terminar se tendió en la mesa de
operaciones y cerró los ojos.
Uno de los cirujanos,
después de ver aquello, se sintió conmovido, y en cuanto pudo se retiró a su despacho.
Allí se arrodilló y empezó a rezar. Llevaba muchos años sin rezar y alejado de Dios.
Salió de allí decidido a encontrarse de nuevo con Dios, y a recuperar lo mejor
de su vida.
Tal vez nosotros hayamos perdido esa costumbre
o tal vez no la hayamos adquirido. Hagamos un esfuerzo por recuperarla, al
mismo tiempo es un momento de reflexión de la jornada que acabamos de vivir.
Piensa en adquirir el hábito o la costumbre
de no pasar un día sin haber tenido un momento de hablar, pensar o relacionarte
con Dios. Es algo que te ayudará en tu vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario