Ven, quédate con nosotros, Señor
y aunque encuentres cerrada la puerta
de nuestro corazón por temor o cobardía,
entra igualmente.
Ven, quédate con nosotros, Señor,
para que seas nuestra fuente de alegría, vida y paz
y para que sepamos reconocerte en la Iglesia, en la Eucaristía
y dentro de nuestra comunidad.
Ven, quédate con nosotros, Señor,
y abre las puertas de nuestra comunidad,
Porque si vivimos con las puertas cerradas,
¿Quién se acercará a los que no te conocen?
¿Cómo te encontrarán los que te andan
buscando en la noche de la duda e increencia?
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