Plácido Domingo y José Carreras que emocionaron
al mundo cantando juntos. Por cuestiones políticas, se volvieron enemigos.
Ambos hacían constar en sus contratos que
sólo actuarían en determinado espectáculo si el adversario no fuese invitado.
Pero Carreras enfermó de una terrible leucemia. Se sometió a varios tratamientos,
como auto trasplante de la médula ósea, además del cambio de sangre, lo que le
obligaba a viajar una vez al mes a Estados Unidos.
En esas condiciones no podía trabajar y
eso debilitó sus finanzas. Supo de la existencia de una fundación en Madrid,
cuya única finalidad era apoyar el tratamiento de enfermos de leucemia. Gracias
a ese apoyo pudo vencer la enfermedad y volvió a cantar.
Carreras quiso asociarse a la Fundación. Al
leer los estatutos descubrió que el fundador, mayor colaborador y presidente de
la fundación era Plácido Domingo. Que éste había creado la Fundación en
principio para atenderlo y que se había mantenido en el anonimato para no humillarlo
al tener que aceptar auxilio de su adversario.
El encuentro más conmovedor fue de los dos,
imprevisto para Plácido, en una de sus actuaciones en Madrid. Allí, Carreras interrumpe
el concierto y humildemente, arrodillándose a sus pies, le pide disculpas y le
agradece en público. Plácido lo levanta y con un fuerte abrazo, los dos sellan
en ese instante el inicio de una gran amistad.
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