Alabad al Señor en el cielo, alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo, todos sus ángeles; alabadlo, todos sus ejércitos.
Alabadlo, sol y luna; alabadlo, estrellas lucientes.
Alabadlo, espacios celestes y aguas que cuelgan en el cielo.
Alaben el nombre del Señor, porque él lo mandó, y existieron.
Les dio consistencia perpetua y una ley que no pasará.
Alabad al Señor en la tierra, cetáceos y abismos del mar,
rayos, granizo, nieve y bruma, viento huracanado que cumple sus órdenes,
montes y todas las sierras, árboles frutales y cedros,
fieras y animales domésticos, reptiles y pájaros que vuelan.
Reyes y pueblos del orbe, príncipes y jefes del mundo,
los jóvenes y también las doncellas, los viejos junto con los niños,
alaben el nombre del Señor, el único nombre sublime.
Su majestad sobre el cielo y la tierra; él acrece el vigor de su pueblo.
Alabanza de todos sus fieles, de Israel, su pueblo escogido.
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