Érase
una vez un hombre muy rico que vivía en una mansión que dominaba un fértil
valle. Pero había un gran vacío en su vida. No tenía fe y vivía solo con sus
muchas riquezas.
Juan,
el vaquero del hombre más rico del valle, vivía con su familia en una casa muy
humilde. Juan era creyente, oraba en familia y todos juntos iban a la iglesia.
Una
mañana, el hombre más rico del valle contemplaba sus tierras y se decía: Todo
esto es mío.
En
ese momento llegó su vaquero y le dijo:
-
Anoche tuve un sueño y el Señor me dijo que el hombre más rico del valle iba a
morir a medianoche. Tenía que decírselo, espero no se enfade.
-
No te preocupes, no creo en los sueños, vuelve a tu trabajo y olvídalo.
El
hombre más rico empezó a inquietarse y se fue a su médico para hacerse un
chequeo. Éste le dijo que estaba como un roble y que le quedaban muchos años de
vida.
Aliviado
pero roído por la duda invitó al médico a cenar y le invitó a quedarse hasta
medianoche.
Pasada
la medianoche despidió al médico y se dijo: este estúpido de Juan ha arruinado
mi día, él y sus malditos sueños.
Acababa
de acostarse cuando sonó el timbre de la casa. Eran las 12:30. Bajó y encontró
a la hija de Juan en la puerta.
-
Señor, le dijo llorando, mi mamá me envía a decirle que papá ha muerto a
medianoche.
El
hombre rico se quedó helado y comprendió súbitamente que el hombre más rico del
valle no era él sino su vaquero.
¿Quién
es el hombre más rico y más feliz entre nosotros? Dios no ve las cosas como
nosotros. Dios no juzga a las personas como nosotros.
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