En todas las casas, los niños dormían
plácidamente, soñando con los regalos que habían escrito en sus cartas a los
Reyes Magos. Pero en una de esas casas un niño, Oscar, no podía dormir. Estaba
tan nervioso que no paraba de correr de su cama al comedor y del comedor a su
cama, para comprobar que todo estuviera en su sitio:
1. Tres trozos de turrón, para Melchor, Gaspar y
Baltasar.
2. Los zapatos para que sepan donde dejar los
regalos.
3. Tres vasos de agua para Mechalbeló, Guasón el
bromista y Barbas el peludo, los tres camellos de los Reyes Magos.
- ‘Oscar, que es hora de ir a la cama’. La mamá de
Oscar llevó al pequeño a su cama, le acostó y le sonrió.
- ‘Pero mami, yo quiero esperar despierto a los
Reyes Magos ¿Cómo sabrán encontrarme?'.
- 'Eso depende de ti, de todos los niños, y de una
pequeña estrella fugaz…'
- '¿Quién es esa estrella fugaz?'.
Y la mamá
de Oscar, le contó esta historia:
'Era una noche mágica, como la de hoy, pero hace
mucho tiempo, del cielo caían copos de nieve blanca, como bailarinas bailando
una canción, dejando a su paso un brillante manto blanco. Allá, en las alturas,
en la casa de las estrellas, habían venido todas de lugares lejanos. Todas
competían para ser la más brillante… Había una estrella muy roja, diciendo que
era la mejor. Y otra plateada con cuerpo de hielo que despedía diamantes a su
paso…
Pero de pronto, de entre todas las estrellas, se
oyó una voz tímida que decía: ‘yo también quiero intentarlo’. Todas se quedaron
asombradas: la que hablaba, era una pequeña estrella, muy pequeña. Ninguna
confiaba en ella, pero la estrellita cerró los ojos muy fuerte y pensó. ‘soy
brillante, soy brillante’… pero al abrir los ojos, sólo se oían las risas del
resto…
Un golpe de viento la tiró, y cayó en un lugar oscuro…
lleno de rocas… Y al tocar, descubrió que estaba dentro de una… ¡boca! Resultó
ser la boca del Rey mago Baltasar. La estrella salió de la boca del rey, y
descubrió que junto a él viajaban dos reyes magos más. A los Reyes les encantó
la presencia de la pequeña estrella. Le preguntaron qué hacía allí… y ella,
avergonzada, dijo que se había caído del cielo.
El rey Baltasar le dijo que ella podía ayudarles.
- ¿Cómo?, dijo la estrella, ¡Si yo soy pequeña y
apenas brillo!
- 'No eres pequeña- le dijo el rey mago- Serás la
estrella de los niños, la que nos guíe hasta los deseos de los niños. Cierra
los ojos y concéntrate… escucharás las voces de los niños pidiendo sus deseos.
Tú nos llevarás hasta ellos’
Y así fue. Desde entonces, la estrellita fugaz se
encarga cada Navidad de llevar a los reyes Magos hasta los sueños de los niños.
Cada vez brilla más y más, porque lo que hace brillar más a una estrellita, es
su corazón.
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