viernes, 8 de marzo de 2019

La mujer y la flor


Era una joven que tenía todo: un marido maravilloso, hermosos hijos, un muy buen empleo y una familia unida. Pero aún con todo esto no conseguía conciliar su vida, el trabajo y los quehaceres le ocupaban todo el tiempo y su vida siempre estaba fallando en algún área. Si el trabajo le consumía mucho tiempo, ella lo quitaba de los hijos, si surgían problemas, ella dejaba de lado a su esposo. Y así, las personas que ella amaba las dejaba siempre para después.
Un día, su padre, un hombre muy sabio, le dio un regalo. Una flor muy rara, pero muy hermosa y también única. Y le dijo:
- Hija, esta flor te va a ayudar mucho, más de lo que te imaginas. Tan sólo tendrás que regarla y podarla de vez en cuando, y a veces hablar un poco con ella. Te dará a cambio ese perfume maravilloso y esos hermosos colores.
La joven quedó muy emocionada, a fin de cuentas, la flor era de una belleza sin igual. Pero el tiempo fue pasando, los problemas surgieron, el trabajo consumía todo su tiempo, y su vida continuaba tan acelerada como antes, lo cual no le permitía cuidar de la flor. Cuando llegaba a casa, miraba la flor y todavía estaba allí, no mostraba señal de flaqueza o muerte, lucía allí, linda y perfumada. Entonces pasaba de largo. Hasta que un día, al entrar en casa y mirar la flor, vio que la flor había muerto.
Ella se llevó tremendo susto. Estaba completamente muerta, su raíz estaba seca, sus colores se habían perdido y sus hojas estaban amarillas. La joven lloró mucho, llamó a su padre y le contó lo que había ocurrido. Su padre entonces respondió:
- No te puedo dar otra flor, porque no existe otra flor igual a esa. Era una flor única, al igual que tus hijos, tu marido y tu familia. Todos son bendiciones que Dios te ha dado, pero tú tienes que aprender a regarlos, podarlos y darles atención, pues al igual que la flor, los sentimientos también mueren. Te acostumbraste a ver la flor siempre allí, siempre en flor, siempre perfumada, y te olvidaste de cuidarla.
Cuida de las personas que amas, acuérdate siempre de esta flor, pues las Bendiciones del Señor son como ella, Él nos da sus bendiciones, pero nosotros tenemos que cuidar de ellas.

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