lunes, 8 de junio de 2020

La Providencia existe


Vicente, camino del campo, iba dando vueltas a estos y otros pensamientos: Sí me muero, ¿qué será de mi esposa y mis hijos? ¿quién va a cuidar de ellos?
Un día salió tempranito para el campo, siempre concentrado en sus pensamientos. De repente oyó en lo alto de un árbol un fuerte piar de pajaritos. Casi en la misma rama, había dos nidos con crías de tordo. Ya había caminado un poco, con su azada al hombro, cuando vio un gavilán que cazaba un pajarito. Era precisamente el tordo que traía alimento a sus crías. Enfadado, trato de alcanzar al gavilán a pedradas, pero el tordo ya estaba fuertemente apresado por las garras del gavilán.
Cuando, al día siguiente, volvió a su trabajo. Vicente se fue directamente hacia aquel árbol para visitar a las crías huérfanas. Estaba seguro de que iba a encontrar muertas de hambre a las crías de la madre capturada. Pero las encontró trinando, llenas de vida. ¿Cómo era posible? Y se quedó allí para descubrir el secreto. Al poco rato vio llegar a la madre del nido vecino, que repartió lo que había traído a las crías de los dos nidos.
– Señor y Padre mío, exclamó Vicente, quitándose el sombrero y arrodillándose en el duro suelo. Me había olvidado de que existe una Providencia divina, pensaba que solamente yo podía mantener a mi familia. Ahora veo que eres tú, Padre mío, el único y seguro sustento de mis hijos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario