martes, 20 de junio de 2023

El perro y el conejo

Un señor le compró un conejo a sus hijos. A su vez, los hijos del vecino le pidieron una mascota a su padre. El hombre les compró un cachorro pastor alemán.
El vecino exclamó:
- ¡Pero el perro se comerá a mi conejo!
- De ninguna manera, mi perro pastor es cachorro. Crecerán juntos y serán amigos. Yo entiendo mucho de animales. Ten por seguro que no habrá problemas.
Y parece que el dueño tenía razón. El perro y el conejo crecieron juntos y se hicieron amigos. Era normal ver al conejo en el patio del perro y al revés.
Un viernes, el dueño del conejo se fue a pasar un fin de semana a la playa con su familia. El domingo por la tarde el dueño del perro y su familia estaban merendando, cuando entró el perro a la cocina. Traía al conejo entre los dientes, sucio de sangre y tierra, y además muerto. Le dieron tantos palos al perro que casi lo matan.
- El vecino tenía razón, -decía el hombre- ¿y ahora qué haremos?
La primera reacción fue echar al animal de casa como castigo, además de los golpes que ya le habían dado. Los vecinos volverían en unas horas de la playa y se encontrarían el desastre. Todos se miraban preguntándose qué hacer. Mientras, el perro lamía las heridas que le habían hecho sus amos de tantos palos.
Uno de ellos tuvo una idea:
- Bañemos al conejo, lo dejamos bien limpito, lo secamos con el secador y lo ponemos en su madriguera en el patio.

Así lo hicieron. ¡Qué bien había quedado! ¡Parecía vivo!, decían los niños. Y lo llevaron al patio y lo pusieron a la entrada de su pequeña madriguera con las piernas cruzadas.
En esto que llegan los vecinos, y al poco se oyen gritos de sus niños. No habían pasado ni cinco minutos cuando el dueño del conejo llama a la puerta de su vecino, algo extrañado.
- ¿Qué pasa? ¿Por qué tanto grito?, le dijo su vecino.
- El conejo murió.
- ¿Murió? –preguntó, haciéndose el inocente.
- Sí, murió el viernes.
- ¿Murió el viernes?
- Sí, fue antes de marcharnos a la playa, no tuve ni tiempo de comentarlo contigo. Mis hijos lo enterraron en el jardín, pero cuando hemos llegado de vuelta se lo han encontrado recostado a la entrada de su madriguera...

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