lunes, 4 de mayo de 2020

María, mujer pobre y sencilala

María, mujer pobre y sencilla.
Llena de escucha y de acogida del don de Dios.
Tu vida estuvo llena de asombro, de no comprender,
de dejarse hacer, de admiración ante Dios.
Viviste guardando silenciosamente
todo lo que acontecía
meditándolo y contemplándolo en tu corazón.
De tu interior fecundo brotaba la alabanza,
la gratitud, la confianza, la disponibilidad
y el abandono total a Dios.
Solidaria y silenciosa ante la cruz
te comprometiste con la Nueva Humanidad hasta el final.
Ruega por nosotros, amorosa Madre,
en esta hora de la Iglesia.
que peregrina hacia el hogar de la Trinidad. Amén.

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