Al amanecer emprendió su travesía hasta llegar de nuevo donde estaban los dos caminos y, allí volvía a estar la anciana. Fue entonces cuando este le preguntó:
-- Señora, no me diga que el otro camino tampoco conduce a ningún sitio.
La mujer le contestó:
-- Sí, buen hombre, ese paso conduce al valle de la abundancia. Ayer se lo quise decir porque yo estoy aquí cada día para ayudar a los peregrinos, pero usted no me quiso escuchar.
A continuación, sacó una manzana de la canasta y se la dio.
Esto nos hace ver que nadie puede elegir por ti el camino a seguir, pero siempre encontrarás señales que te ayuden a tomar la mejor decisión. Debes andar cauto y sin prejuzgar, ya que nadie se cruza en tu vida por casualidad.
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