Es justo que aclamemos tu nombre, Padre santo
y te bendigamos de corazón,
en esta fiesta de resurrección y vida.
Aunque todavía vivimos en una penumbra de fe,
te damos gracias porque vislumbramos ya
un amplio horizonte de esperanza.
Hoy celebramos la pascua,
el paso por nuestra historia de Jesús
y cantamos gozosos el aleluya.
Creemos que él sigue viviendo en Ti,
de igual forma que Tú, su Padre y fuente de vida,
has vivido siempre en él.
Jesús nos ha descubierto que esta fiesta también puede ser
nuestra propia pascua de liberación
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