Susana Rangel
Después de más de 30 años de casados, él empezó a notar algo raro… Sentía que su esposa ya no escuchaba como antes. Pero no quería armar lío ni hacerla sentir mal, así que fue a un doctor a preguntar qué podía hacer.
El médico le dio un consejo muy simple:
— Hazle una pregunta desde lejos, como a 15 metros. Si no responde, te vas acercando poco a poco y repites la misma pregunta. Así sabrás si realmente hay un problema de audición.
Ese mismo día, cuando llegó a casa del trabajo, vio a su esposa cocinando.
Desde la sala, a buena distancia, le preguntó:
— Amor, ¿qué hay de cenar?
Silencio… Se acercó unos pasos y volvió a preguntar:
— ¿Qué vamos a cenar?
Nada… Ya más cerca, repitió:
— Mi vida… ¿qué estás preparando?
Silencio total… A unos pocos metros, intentó otra vez:
— ¿Qué hiciste de cenar, mi amor?
Y nada… Finalmente, ya justo detrás de ella, con tono suave le dijo:
— Corazón, ¿qué vamos a cenar?
Entonces ella se giró, molesta, y le soltó:
— ¡Te he dicho cinco veces que pollo!
Y fue en ese momento cuando entendió… El del problema no era ella. Era él.
Moraleja: Antes de asumir que el otro está fallando, pregúntate si acaso el que necesita corregirse… eres tú. A veces la verdadera sordera está en no querer escuchar.
viernes, 25 de julio de 2025
Escuchar
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario