El
dueño de una tienda de animales colocó en el exterior un anuncio en la puerta
que decía: "Perritos en venta". Era esa clase de anuncios que siempre
atraen a los niños, y en poco tiempo un niño apareció en la tienda preguntando:
-
¿Cuál es el precio de los perritos?
- Entre 100 y 300 euros –contestó el dueño.
- Entre 100 y 300 euros –contestó el dueño.
El
niño metió la mano en su bolsillo y sacó unas monedas
-
“Sólo tengo 46 euros que he ahorrado ¿Puedo verlos?”.
El
hombre sonrió y silbó. De la trastienda salió su perra corriendo seguida por
cinco perritos pero uno de ellos se quedó muy atrás. El niño inmediatamente
señaló al perrito rezagado que cojeaba.
-
¿Qué le pasa a ese perrito?, preguntó
El
hombre le explicó que cuando el perrito nació, el veterinario le dijo que tenía
la cadera defectuosa y que cojearía el resto de su vida. El niñito se emocionó
mucho y exclamó:
-
¡Ese es el perrito que yo quiero comprar!
Y
el hombre replicó:
-
No ese cachorro no puedo venderlo, si realmente lo quieres, te lo regalo.
El
niñito se disgustó, y mirando directo a los ojos del hombre le dijo:
-
Yo no quiero que usted me lo regale. Él vale tanto como los otros perritos y yo
le pagaré el precio completo. De hecho, le voy a dar mis 46 euros ahora y 20
más cada mes hasta que lo haya pagado por completo.
El
hombre contestó:
-
Ese perrito realmente no te gustará, hijo. El nunca será capaz de correr, saltar
y jugar como los otros perritos.
El
niño se agachó y se subió el pantalón a la altura de la rodilla para mostrar su
pierna izquierda, cruelmente retorcida e inutilizada, soportada por un gran aparato
de metal. Miró de nuevo al hombre y le dijo:
-
Bueno, yo tampoco puedo correr muy bien, y el perrito necesitará a alguien que
lo entienda.
El
hombre se mordió los labios, sonrió y dijo:
-
Hijo, sólo espero y rezo para que cada uno de estos cachorritos tenga un dueño
como tú.
En la vida no importa
quién eres, sino que alguien te aprecie por lo que eres, y te acepte y te ame
incondicionalmente.
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